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COMENTARIO DE TEXTO II: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.


Por fin, les dejamos redactado el comentario tercero referente a la obra Crónica de una muerte anunciada del autor hispanoamericano Gabriel García Márquez. Les recordamos la misma metodología que utilizamos en La casa de Bernarda Alba:

- Se pueden "reciclar" los comentarios para los tres fragmentos a comentar siempre y cuando cambiemos las partes pertinentes que se refieran a cada texto.

- La opinión personal es única e irrepetible, recuerden que facilitará la redacción si nos planteamos la siguiente pregunta: "¿Se trata de un tema de actualidad?"


Texto 2


Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas. Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre. «Se me revolvían las tripas de sólo verla −me dijo−, pero no podía verla sin acordarme de él.» Su vida de casada devuelta seguía siendo tan simple como la de soltera, siempre bordando a máquina con sus amigas como antes hizo tulipanes de trapo y pájaros de papel, pero cuando su madre se acostaba permanecía en el cuarto escribiendo cartas sin porvenir hasta la madrugada. Se volvió lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío, y volvió a ser virgen sólo para él, y no reconoció otra autoridad que la suya ni más servidumbre que la de su obsesión. Escribió una carta semanal durante media vida. «A veces no se me ocurría qué decir –me dijo muerta de risa−, pero me bastaba con saber que él las estaba recibiendo.» Al principio fueron esquelas de compromiso, después fueron papelitos de amante furtiva, billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, documentos de amor, y por último fueron las cartas indignas de una esposa abandonada que se inventaba enfermedades crueles para obligarlo a volver. Una noche de buen humor se le derramó el tintero sobre la carta terminada, y en vez de romperla le agregó una posdata: «En prueba de mi amor te envío mis lágrimas». En ocasiones, cansada de llorar, se burlaba de su propia locura. Seis veces cambiaron la empleada del correo, y seis veces consiguió su complicidad. Lo único que no se le ocurrió fue renunciar. Sin embargo, él parecía insensible a su delirio: era como escribirle a nadie. Una madrugada de vientos, por el año décimo, la despertó la certidumbre de que él estaba desnudo en su cama. Le escribió entonces una carta febril de veinte pliegos en la que soltó sin pudor las verdades amargas que llevaba podridas en el corazón desde su noche funesta. Le habló de las lacras eternas que él había dejado en su cuerpo, de la sal de su lengua, de la trilla de fuego de su verga africana. Se la entregó a la empleada del correo, que iba los viernes en la tarde a bordar con ella para llevarse las cartas, y se quedó convencida de que aquel desahogo terminal sería el último de su agonía. Pero no hubo respuesta. A partir de entonces ya no era consciente de lo que escribía, ni a quién le escribía a ciencia cierta, pero siguió escribiendo sin cuartel durante diecisiete años. Un medio día de agosto, mientras bordaba con sus amigas, sintió que alguien llegaba a la puerta. No tuvo que mirar para saber quién era. «Estaba gordo y se le empezaba a caer el pelo, y ya necesitaba espejuelos para ver de cerca −me dijo−. ¡Pero era él, carajo, era él!» Se asustó, porque sabía que él la estaba viendo tan disminuida como ella lo estaba viendo a él, y no creía que tuviera dentro tanto amor como ella para soportarlo. Tenía la camisa empapada de sudor, como lo había visto la primera vez en la feria, y llevaba la misma correa y las mismas alforjas de cuero descosido con adornos de plata. Bayardo San Román dio un paso adelante, sin ocuparse de las otras bordadoras atónitas, y puso las alforjas en la máquina de coser. −Bueno −dijo−, aquí estoy. Llevaba la maleta de la ropa para quedarse, y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores, y todas sin abrir.


Gabriel García Márquez - Crónica de una muerte anunciada


El fragmento que nos disponemos a comentar pertenece a una de las obras más conocidas del autor hispanoamericano Gabriel García Márquez y que lleva como título Crónica de una muerte anunciada. Para situarnos en el contexto histórico en el que el autor se desenvuelve debemos tener en cuenta varios sucesos importantes, entre ellos la independencia de los países de Hispanoamérica durante la primera mitad del siglo XIX, que tuvo un papel fundamental en las obras de numerosos autores y autoras hispanoamericanos. Debemos tener en cuenta el papel de cada uno de los países tras la independencia de los mismos, su situación política, su atraso económico y las desigualdades sociales, pues en el siglo XX se intercalan periodos democráticos con dictaduras represivas… junto a movimientos revolucionarios que generaron oleadas de violencia en los países de Hispanoamérica. Asimismo, debemos tener en cuenta que los temas más destacados tienen que ver con el mestizaje en el que se diferencian: blancos, negros e indígenas, pues suponen un tema fundamental en sus obras.


Podemos catalogar al autor dentro del movimiento hispanoamericano del modernismo que supondrá un cambio importante dentro de la literatura de Hispanoamérica, pues por primera vez son ellos quienes comienzan a influenciar en España y no al revés. Surge como contraposición al realismo y viene influenciado por el simbolismo francés. Así, mientras los inicios del realismo abogaban por una temática indigenista y un enfoque político-social en el que la naturaleza cumplirá un papel importante, poco a poco se va sustituyendo por la lucha del hombre contra la naturaleza, la miseria de los campesinos y la dictadura y la colonización económica. Todo ello se verá afectado con el inicio del modernismo, que acaba con todo lo anterior, se le comienza a dar importancia al aspecto imaginativo creando así el llamado Realismo mágico, tan frecuente en las obras de Gabriel García Márquez. Se le dará importancia a la estética, así como a la innovación dentro de la novela influenciada en parte por el surrealismo, por ello comienzan a ser utilizados los saltos en el tiempo propios de la novela que se nos presenta analizar.


Gabriel García Márquez nace en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927. Se cría con sus abuelos y ello da lugar a la inspiración de varias obras como el personaje de Úrsula en Cien años de soledad, inspirado en su abuela. A los ocho años se muda con sus padres y es internado en Barranquilla donde recibe el apodo de El viejo debido a su pasión por la escritura poética; ya en la secundaria publica sus primeros poemas en la revista escolar Juventud. Comienza su carrera de abogacía a pesar de su sueño de ser escritor y debido a las revueltas de 1948 y el cierre de la universidad se traslada a la Universidad de Cartagena donde comienza a trabajar como reportero. Márquez contrae matrimonio con Mercedes Barcha en 1958 con quien tiene sus dos hijos. Su obra cumbre, Cien años de soledad, se publica en 1967 y a partir de ese momento su éxito está asegurado. Traba amistad con el expresidente cubano Fidel Castro y en 1999 se le diagnostica un cáncer linfático que acabará con su vida el 17 de abril de 2014.


Desde joven intercala sus dos pasiones: la literatura y el periodismo. Publica obras importantes como La hojarasca y novelas cortas como La mala hora, pero fue Cien años de soledad lo que lo llevó a la cima del éxito literario en 1967 en el que la presencia y utilización del realismo mágico supuso un antes y un después en la literatura hispanoamericana, la creación de todo un mundo (Macondo) supone uno de los aspectos fundamentales para entender parte de sus textos. Sigue publicando obras como El otoño del patriarca o Crónica de una muerte anunciada por la que ganó el premio Nobel de literatura en 1982. Ya en sus últimos años publica obras como Historia de mis putas tristes o sus memorias tituladas Vivir para contarla.


El fragmento que se nos propone analizar pertenece al capítulo cuarto de la obra, en él se nos muestra la vida de Ángela Vicario años después de la muerte de Santiago Nasar, en el que ella, enamorada de su marido le escribe cartas diariamente con el deseo ferviente de que él regrese a su lado. Bayardo San Román acaba regresando años después con las cartas sin abrir de su esposa.


Debemos recordar que tras las nupcias de Ángela Vicario y Bayardo San Román es cuando se desarrolla toda la acción narrativa, pues Ángela tras ser devuelta a su familia de manos de su marido por abogar que no era virgen afirma culpar de su deshonra a Santiago Nasar, vecino del pueblo a quien tras la llegada del obispo es apuñalado por los hermanos Vicario quienes buscan recuperar la honra perdida de su hermana. Si Santiago Nasar se entera de su futura muerte minutos antes de que suceda, gracias a la narración de su amigo quien nos cuenta su crónica, sabemos que el pueblo entero se mantuvo callado ante la noticia de que iban a matar a la víctima al igual que lo hacemos nosotros cuando leemos la obra, pues desde el primer capítulo sabemos cómo sucede la muerte del protagonista.


El tema fundamental de este fragmento es el relacionado con el amor que años después siente Ángela Vicario por su marido al que no amó desde sus inicios. Asimismo, este tema va relacionado con la creciente obsesión de la mujer a través de las cartas que le escribe. El erotismo es también de importante mención pues viene de la mano del amor y la obsesión que acaba derivando en el deseo de Ángela hacia su marido.


Son numerosos los personajes que aparecen en la obra: Santiago Nasar es la principal víctima de una historia que lo colocó en el lugar erróneo. Es acusado de deshonrar a Ángela Vicario, acto que no ha cometido y por el cual se le condena a una muerte que ha sido anunciada no solo a los lectores sino a todo el pueblo. Su madre Plácida Linero aporta premoniciones y sueños que siempre se cumplen, aunque nunca llega a predecir la muerte de su propio hijo. Los gemelos Vicario, hermanos de Ángela, son personajes que se dejan llevar por los códigos de honra y honor, planifican la muerte de Santiago Nasar y no reparan en las consecuencias de sus actos, pues se prevalece el sentido de honra frente a la posibilidad de la inocencia de la víctima. La familia Lanao supone parte del testimonio de lo que aconteció ese día en el pueblo en el que gracias a los diferentes miembros de la familia podemos observar como las realidades de la historia se dispersan dependiendo del punto de vista que las narren. El narrador omnisciente es de importante mención, alterna la primera persona con la tercera y es el encargado de narrar mediante los saltos en el tiempo la historia de lo que aconteció aquel día de la muerte de Santiago Nasar. Aunque no se mencione en este fragmento, Ángela Vicario supone un personaje fundamental en la novela, se trata de una mujer tímida que se deja llevar por una sociedad matriarcal en la que el machismo imperante del momento le impide ser libre de elegir con quien casarse o quien ser, por ello, cuando es devuelta a su familia por su marido, se ve en la obligación de salvarse a sí misma, acusa injustamente y actúa de verdugo acusando a Santiago Nasar de un pecado que no ha cometido. Por último, otro de los personajes importantes de la obra lo ocupa Bayardo San Román, quien a pesar de ser adinerado busca el amor a través del dinero que posee, devuelve a su mujer tras darse cuenta de que no es virgen, pero al final vuelve a su lado con las cartas que ella le ha escrito durante años, ya destrozado por la ruptura con su esposa.


El espacio en el que se desarrolla la acción del fragmento se establece en la casa de Ángela Vicario donde convive con su madre desde su noche de bodas, se encuentra en el pueblo cercano al Caribe donde sucede el apuñalamiento de Santiago Nasar.


En cuanto al momento en el que se desarrolla la acción tenemos que tener en cuenta que los saltos en el tiempo son de importante mención, pues nos permiten conocer sucesos antes de que acontezcan en el eje cronológico de la propia obra. En este caso, nos permite dilucidar lo que ocurre tras la muerte de Nasar.


En cuanto a la estructura interna del fragmento podríamos dividirlo en tres partes, la introducción formada por las nueve primeras líneas en las que se describen el estado de obsesión en el que se encuentra Ángela Vicario con su marido, quien no le contesta a las cartas. El nudo formado por las siguientes diecinueve líneas en las que se relata la escritura de las cartas durante media vida y el desenlace del fragmento que termina con el regreso de Bayardo San Román junto a su esposa.


En cuanto a la estructura externa de la obra debemos tener en cuenta que se divide en cinco capítulos en los que los saltos en el tiempo son los principales protagonistas, eso permite al autor introducir al lector dentro de la historia. El primer capítulo comienza con la muerte de Santiago Nasar y a partir de ahí se produce la niebla entre el pasado, el presente y el futuro.


El léxico relacionado con el campo semántico del amor es destacable durante todo el fragmento: «odio», «amor», «soltera», «compromiso», «novia», «esposa», «corazón»…; en el campo semántico del erotismo encontramos otras palabras: «amante furtiva», «virgen», «verga africana»…; y por último el relacionado con el campo semántico de la libertad que posee ahora la protagonista: «Dueña», «destino», «lúcida»… Pero, sin duda, el uso de los verbos supone en este fragmento y en la obra de importante mención, ya que el uso alterno entre el presente «estoy» y el pasado «revolvían» nos permite viajar entre la acción desarrollada en el pasado de los personajes y la visión del presente de los mismos cuando se desarrolla la acción que acontece. En definitiva, la utilización de los diferentes tiempos verbales solo pone de manifiesto lo que supone la novela en sí misma, una crónica de una muerte anunciada.

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