Hoy vamos a hablar brevemente de uno de mis dramaturgos favoritos y por ende de una de sus obras más conocidas y más traducidas: Himmelweg o 'Camino al cielo'.
Se trata de un retrato de uno de los sucesos más crueles de la historia de la humanidad que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial en uno de los numerosos campos de concentración: el campo de Theresienstadt o campo de Terezín, donde tuvo lugar la mayor obra de teatro mejor representada del mundo. Gracias a ella se logró "engañar a Europa" de manera tal que no fue hasta la finalización de la guerra cuando descubrieron toda la farsa que había tenido lugar dentro del campo y por consecuencia el horror que tuvo lugar dentro de los campos de concentración por parte de los alemanes.
El autor de esta obra, Juan Mayorga, ingresó en la RAE el 12 de abril de 2018. Toda su obra data de una experiencia personal en la que los silencios cobran una importancia fundamental y todo tipo de violencia es duramente criticada.
Sus cinco años como profesor de matemáticas dan lugar a la creación de El chico de la última fila donde reflexiona que "cada alumno es un misterio" y se le da importancia al lugar en el que "se puede ver sin ser visto.". Asimismo, su visita a una sinagoga en Varsovia da lugar a la escritura de El cartógrafo y la consciencia de lo sucedido en el campo de concentración de Terezín produce la obra de Himmelweg.
¿Por qué 'Camino al cielo' es una obra tan importante en la vida literaria del autor? Según se explica al inicio de la obra:
"Se pronuncia "Jim-mel-beck". No es una palabra, son dos palabras. "Himmel" que quiere decir "cielo". "Weg" es camino. "Himmelweg" significa "Camino al cielo". Escuché por primera vez esa expresión aquí, durante la guerra."
Se trata del lugar que conecta los barracones con la enfermería del campo de concentración con la que los nazis, mediante un arma letal, inyecta en el paciente una sustancia que acaba con su vida. Una manera brutal que tenían los alemanes de referirse al camino cuyo destino final tiene la muerte. En ella y mediante los saltos en el tiempo nos permiten observar mudos lo ocurrido en un campo de concentración que se destinó a la creación de una película que tuvo como objetivo ocultar lo que verdaderamente estaba ocurriendo dentro de los campos de exterminio. En dicho campo se sanean las calles, se pintan y se restauran los barracones, se crean parques y se da de comer a los presos mientras tiene lugar la visita de un miembro de la Cruz Roja Internacional que da parte de todo lo que ve dentro de la estancia, pero todo es ficticio, los presos son obligados, bajo pena de muerte, a actuar para mantenerse con vida mientras el "alcalde" judío del campo actúa como verdugo y víctima de su pueblo al decidir a quien matar y a quien no. La sustitución de ciertos personajes solo nos demuestra el final que han tenido los sustituidos: Himmelweg.
Se habla de un "silencio prudente" y un "silencio cobarde" y se nos insta a denunciar todo tipo de violencia para no repetir la historia pasada, el deber de recordar y el honor a las víctimas supone un aspecto fundamental para el entendimiento de la obra del autor. Nos enseña que no debemos mantenernos, como el miembro de la Cruz Roja Internacional, callados ante un posible suceso violento.
Es importante mencionar la puesta en escena de la obra, pues mientras que la primera representación de 2003 abogaba por una puesta en escena moderna que nos recordaba a obras como Las bicicletas son para el verano, la puesta en escena de 2017 es más innovadora, pues mediante el uso de títeres consigue no solo recordarnos las puestas en escena barrocas, sino que son los actores quienes cuentan las historias de las víctimas y de manera revolucionaria, son los personajes muñequizados los que se encuentran dotados de humanidad y el personaje del Comandante humano es deshumanizado.
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